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Buscando el tesoro

Buscando el tesoro

Por Máximo Cozzetti

miércoles 17 de junio de 2015, 06:14h

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Mensualmente “Numismático Digital” publica una reseña del contenido del Boletín Electrónico del Centro Filatélico y Numismático San Francisco “El Reverso”, entre cuyos interesantes contenidos numismáticos destaca por su originalidad una sección habitual escrita por Máximo Cozzetti. Se trata de artículos referidos a películas y series cinematográficas y televisivas cuya trama principal son monedas o billetes. Iniciamos la reproducción de estos artículos con el dedicado al film “Amor y tesoro” o “Como locos a por el oro” (Fool’s Gold, 2008, de Andy Tennant).

Una vez más, la historia de un tesoro llega a estas páginas, aunque esta vez, no de la mano de piratas, sino de un grupo de aventureros que persiste en su búsqueda.

Se trata de la película “Amor y tesoro” o “Como locos a por el oro” (Fool’s Gold, 2008, de Andy Tennant), que cuenta la historia de una pareja de cazadores de tesoros en busca de un naufragio español del siglo XVIII. El filme comienza con una narración que cuenta que el 24 de julio de 1715, en celebración del matrimonio del Rey Felipe de Espa- ña, la más grande flota del tesoro en la historia marítima zarpó de La Habana, Cuba. Los 500 millones de dólares en oro, plata y joyas fueron conocidos como “La Dote de la Reina”. Desafortunadamente, prosigue la historia, en sus ansias por consumar el matrimonio, el rey Felipe ordenó a la flota zarpar en la peor época del año. Y así, los grandiosos galeones, repletos de su brillante carga, navegaron directamente hacia un masivo huracán... y no fueron vistos nunca más.

En el presente, Benjamin “Finn” Finnegan y su ex esposa Tess tratan de convencer al millonario Nigel Honeycutt para financiar la búsqueda del “Aurelia”, uno de los buques de la flota de 1715.

Según la historia que la cuentan, el 31 de julio de 1715 un huracán hundió la flota española cerca de la costa de Florida, incluyendo el buque insignia, el Capitana, que según el manifiesto llevaba la Dote de la Reina: cuarenta cofres de joyas y coronas de oro especialmente creadas en Oriente para la nueva reina de España. En su investigación, pasaron dos años en el Archivo de Indias de Sevilla, donde descubrieron que el capitán del “Aurelia” era un joven de 18 años llamado Sebastián Vangor, quien era hijo del Capitán General Don Juan Ubilla, comandante del Capitana, y su amante mexicana Francesca Vangor. Cuentan que Tess encontró un muy oscuro libro español publicado en 1905 titulado “Los Vangor: una familia del siglo XVIII”, una colección de cartas que entre otras cosas, decía que los Vangor controlaban el convoy de mulas que transportó la Dote desde el Pacífico hasta el Caribe y que fue cargada en los galeones en Veracruz. En el libro encontraron la última carta de Ubilla a Francesca, donde decía que su fe en el “Aurelia” estaba en que era rápido y liviano, y podía superar las tormentas, pero que su fe en Sebastián no tenía límites, que era más fuerte y sabio que él mismo, y que la gloria de la Corona yacía en sus capaces manos. Esto hizo pensar a Finn y a Tess que Ubilla, con la ayuda de los Vangor, cambió la Dote de la Reina del Capitana –que ya estaba sobrecargado– al “Aurelia”, un buque más rápido que podría, en las hábiles manos de su capitán, sortear obstáculos como tormentas, piratas o corsarios. También relatan que encontraron la historia de un náufrago rescatado tres años después en Topsail Cay (en las Bahamas), que parecía un anciano pero tenía solo 21 años. Fue rescatado por un barco holandés, y le dijo al capitán que se llamaba Rafael Serrano, del “Francesca”, pero el Francesca –que era propiedad de la familia Vangor– no se hundió en Topsail Cay, sino en Veracruz en 1708 con toda la tripulación. Dedujeron que se trataba de Sebastián Vangor, que había sobrevivido y mintió sobre su identidad para proteger el tesoro. Así es como, siguiendo la pista de un plato con el escudo de los Vangor, supusieron que cerca del lugar del rescate de Sebastián debía encontrarse el “Aurelia”.

Con la ayuda de Honeycutt, encuentran dos cañones y más restos del “Aurelia”, pero no el tesoro. Deciden investigar en la iglesia del lugar, donde encuentran un testimonio acerca de una lápida con el nombre “Aurelia” y la fecha “1715”. Buscan y encuentran la lápida, logrando desenterrar un barril con varios objetos y un diario, en el que encuentran la pista sobre una cueva de muy difícil acceso y casi siempre bajo el mar, donde Sebastián Vangor escondió el tesoro. Después de muchas peripecias, que incluyeron un enfrentamiento con mafiosos, enredos románticos y la rivalidad devenida en cooperación con Moe Fitch –mentor de Finn–, el más respetado cazador de tesoros del mundo, y que tiene un museo con su nombre en Key West, logran encontrar y recuperar el tesoro, cuya exposición en el mencionado museo (renombrado “Fitch – Finnegan”) concluye la película.

Las monedas hacen una aparición muy breve en la pantalla, siendo dignas de mencionar solo dos escenas. En la primera, inmediatamente después de que Tess encuentra el tesoro en la cueva, varias piezas son empujadas por la presión del agua hacia afuera, y una de ellas –que levanta uno de los mafiosos–, de oro, se ve claramente por su reverso, en el que se aprecian las armas de Castilla y León cuarteladas por la cruz de Jerusalén, con gráfila interna de perlas y la leyenda “ET INDIARVM REX”. En la segunda, ya en el museo, vemos dos vitrinas con veinte monedas de oro cada una. En la primera, se aprecian 10 anversos y 10 reversos, iguales entre sí, y aunque convenientemente las piezas muestran manchas y coloraciones desiguales, sus formas e improntas son idénticas para cada cara. El anverso muestra el escudo coronado, correspondiendo a las armas reales de Felipe V, la ceca “M”, y el valor “VIII”, sin que pueda apreciarse rastro alguno de la leyenda perimetral, no obstante advertirse los espacios en blanco en torno al escudo. El reverso muestra la cruz de Jerusalén en una orla lobulada, con gráfila interna lineal, y de la leyenda perimetral solo se lee en la parte superior el final y el inicio de la misma: “REX + HIS”. En la segunda vitrina, solo se ve el anverso de las piezas, que consiste en el escudo de dominio coronado, rodeado de una leyenda perimetral ilegible.

Las particularidades de esta película nos obligan a modificar nuestro habitual análisis. No solamente verificaremos la correspondencia de las monedas mostradas con piezas reales, sino también la precisión histórica del naufragio y del relato que lo acompaña.

En efecto, existió una flota de plata de 1715, que naufragó en julio de ese año tras encontrarse una tormenta. Su cargamento de 14 millones de pesos (y una suma equivalente en contrabando) y más de 1.000 vidas se perdieron.

Felipe II – Lima – 8 reales A/: En el centro, dentro de gráfila perlada, escudo espa- ñol de dominio, coronado con la corona real, flanqueado del valor en números arábigos (8) surmontado de una pequeña estrella a diestra, y la marca de ceca y la inicial de ensayador a siniestra. Alrededor, leyenda “PHILIPPVS, D, G, HISPANIARVM”. Gráfila perlada. R/: Dentro de una gráfila perlada, armas de Castilla y León cuarteladas por la Cruz de Jerusalén en un marco lobulado. Alrededor, leyenda “ET INDIARVM REX +

Las operaciones de salvamento se emprendieron de inmediato, pero se recuperó apenas la mitad del cargamento registrado. A mediados del siglo XX comenzaron las actividades de búsqueda de los cazadores de tesoros, que dieron por fruto el hallazgo de numerosas piezas; en lo que nos interesa, se encontraron macuquinas, tanto de oro (de las cecas de México, Bogotá, Lima y Cuzco) como de plata (mayormente de México, pero también algunas de Lima y Potosí), acuñadas principalmente entre 1711 y 1715, aunque muchas fechas anteriores también se encuentran representadas, remontándose hasta el siglo XVII. Muchas de las fechas y tipos del período 1700-1715 habían sido raras o desconocidas antes del salvamento de la Flota. Las monedas de oro se encuentran en general en perfecto estado de conservación, pero muchas de las monedas de plata presentan distintos grados de corrosión. Casi todos los valores han aparecido (con excepción de los cuartillos, que para esa época no se acuñaban), así como diferentes denominaciones de piezas redondas.1

La Flota también incluía la Dote de la Reina, que no fue hallada aún, pese a las tareas de búsqueda que continúan en la actualidad. 2 Además, sí fue comandada por Juan Esteban de Ubilla, aunque la historia del “Aurelia” y de Sebastián Vangor es enteramente ficticia.

La película también es exacta en relatar que gran parte de la actividad de un buen buscador de tesoros pasa por los archivos y la investigación bibliográfica y documental, y contiene, en el personaje de Moe Fitch, un homenaje al gran cazador de tesoros Mel Fisher, descubridor del Atocha, con quien no solo comparte iniciales, sino también la titularidad de un museo en Key West. 3

Felipe V – México – 8 escudos 1714 (de la flota de plata de 1715) A/: En el centro, dentro de gráfila lineal, escudo español de dominio, coronado con la corona real, flanqueado de la marca de ceca y la inicial de ensayador a diestra y el valor en números romanos (VIII, girado noventa grados a siniestra). Alrededor, leyenda “PHILIPVS · V · DEI · GRAT ·”. Gráfila perlada. R/: Dentro de gráfila lineal, y en un marco de de cuatro lóbulos, cruz de Jerusalén potenzada. Alrededor, leyenda “HISPANIARVM · ET · INDIARVM REX · 1714 ·” Heritage Coins - 2014 January 5 - 6 World & Ancient Coin Signature Auction - New York #3030, lote 24656.

Respecto de las monedas, el filme ya no muestra tanta precisión. Con relación a las monedas de oro que muestran anverso y reverso, no obstante sus errores (ser todas iguales y carecer de leyendas perimetrales no obstante mostrar los espacios), coinciden con las piezas de oro de Felipe V acuñadas en México, y que, de hecho, se rescataron del naufragio de la Flota de 1715, como los 8 escudos de 1714 que acompa- ñan esta nota. Sin embargo, la primera moneda que se aprecia al encontrar el tesoro presenta una importante dificultad: su diseño se corresponde con las monedas del escudo coronado sin fecha acuñadas en Lima y Potosí al final del reinado de Felipe II y comienzos del de Felipe III, pero dichas piezas son de plata (como lo vemos en los 8 reales D que ilustran la nota) y notablemente anteriores a las que se hallaron en la Flota de 1715, no correspondiendo sus improntas a ninguna moneda de oro de la época colonial. Sorprende el error, puesto que si hubo un esfuerzo de producción en lograr la utilería apropiada –como se ve con las monedas expuestas– también lo pudo haber para la pieza de esa escena, con la posibilidad, incluso, de haber recurrido a las mismas monedas.

Una vez más, vemos el descuido de Hollywood en el manejo de la numismática, aunque esta vez, dentro de una historia lo suficientemente acertada e interesante como para motivarnos a seguir indagando sobre la numismática y la ficción.

Notas

1 Para mayor información, v. shipwreck_histories/1715.htm

2http://1715treasurefleet.com/index.php?option=com_content&view=article&id=4

3 Sobre el museo, v. MADONNA, Jorge: “El Centro en Estados Unidos”. El Reverso Nº 26, p. 9.

“Numismático Digital” agradece al presidente del Centro Filatélico y Numismático San Francisco, Jorge Madonna, la autorización para la reproducción de este artículo publicado en “El Reverso” número 33, abril 2015.

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